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—Mi señor, la Señora Soliene ha venido a visitar a la dama —Harold frunció el ceño. Había pedido a Elena que se reuniera con damas nobles y actuara como una víctima delante de ellas, pero Soliene siempre había estado en desacuerdo con Elena.
—Ella dijo que está aquí para disculparse por sus acciones groseras y desearle buena salud a la dama —Harold suspiró, aunque Soliene armara un escándalo, ayudaría a Elena a fortalecer su imagen de víctima.
—Está bien, ya que la dama ya está aquí. No podemos pedirle que regrese sin ver al paciente. Guíala a la habitación de Elena, ya que Elena está demasiado enferma para dejar su cama. ¿Entendido? Y pide a la Señora Herberth que se una a ellas. Debe estar aburrida entre nosotros dos hombres de negocios —su voz se volvió aguda y la criada asintió apresuradamente.
Ella pidió a otra criada que invitara a Soliene mientras que ella personalmente fue a recordarle a Elena que no podía dejar la cama. Estaba herida y enferma.