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—Deberíamos darle la oportunidad de trabajar en el palacio y mostrarle cuánto nos importan las familias vasallas. De esa manera, entendería que al final somos una sola familia. ¿Qué dices, querida? —trabajar en el palacio con Damien era más una bendición que un castigo. Sería una oportunidad para ella de ampliar su influencia. Todos la admirarían en el futuro.
Sus ojos brillaban con todas las posibilidades que no podía evitar sino con ojos relucientes.
—Gracias... Gracias por su gracia —Diana asintió con la cabeza precipitadamente, temerosa de que la oportunidad le fuera arrebatada.
Si hubiera sido antes, Eva habría confundido su expresión con felicidad pero ahora conocía claramente la diferencia entre avaricia y felicidad.
—Ahora que ya lo has ofrecido, quién soy yo para retractar tus palabras —Dami tomó suavemente sus manos y besó el dorso de ellas. Sus ojos eran tan tiernos que asombró al espectador.
