—¿Crees que tú y yo tenemos el derecho de decidir por él? ¿O consideras a tu maestro como un imbécil que no está en condiciones de tomar su propia decisión? Que... necesitará que tú entiendas lo que es bueno para él y lo que es malo. ¿Y aún así, no podrías decirle sino jugar trucos a sus espaldas? —inclinó la cabeza y miró fijamente al hombre. Si él pensaba que podía usar juegos de culpas para manipularla, era un tonto.