—No estamos rompiendo las reglas. Usted está... comience la subasta de nuevo y tomaremos nuestros asientos —anunció el caballero que había ofertado por los pendientes antes mientras miraba fijamente a Elena—. Y pidiendo a los caballeros que ataquen a sus invitados. ¿Es así como han decidido llevar a cabo una subasta? Esto va en contra de la ley del imperio —Harold apretó los dientes. Sus ojos se estrecharon sobre el hombre, pero su agarre en Elena se apretó—. La estaba sosteniendo tan fuertemente que le dolían los brazos. Ella gimoteó, pero no se quejó ya que sabía que era su error.