—El silencio llenó la habitación —Los sirvientes parecían más allá de la vergüenza. No era que no les importara Su gracia, pero él era el señor y ellos no podían ir en contra de su decisión y...
—Su gracia —Olga se unió a ellos desde allí—. Parecía indefensa, como si estuviera tratando con un niño. Han pasado meses desde que se convirtió en la duquesa. Debería ser madura ya. Es la mitad de la noche. Debería ir a dormir a sus aposentos. Una dama noble no hace berrinches —la regañó suavemente mientras esperaba que Eva se fuera.
Eva arqueó una ceja. Al principio, pensó que había escuchado mal. Pero Olga se sentía como su madrastra, quien siempre se aseguraba de que Eva se arrepintiera de sus acciones. Se siente vacilante en expresarse.
—Estás olvidando tu lugar, Olga —advirtió, pero la criada solo suspiró.