Eva podía sentir la tensión aumentando desde la distancia y soltó un grito cuando Damien golpeó a Harold. No estaba segura de cuánto había resultado herido Harold, pero pudo ver la sangre salir instantáneamente. Sin embargo, Harold no frunció el ceño ni lloró. Tenía esa extraña sonrisa siniestra en su rostro. La misma sonrisa que tenía cuando descubrió lo de él y Elena.
Se levantó para unirse a él, pero un sirviente, que había traído las monedas de oro antes, le bloqueó el paso. Inclinó su cabeza, sus ojos se fijaron en el suelo y negó con la cabeza.
—Su gracia nos ordenó no dejarla salir de esta caseta, su gracia —dijo el sirviente.
—Pero, ¿por qué? No podría ser para ocultar sus identidades ya que Cotlin y Damien ya habían anunciado que él solo representaba a Cotlin.
—Su gracia dejó un mensaje —dijo el sirviente—. "Regresaré pronto, así que espera pacientemente".
—Está bien, esperaré aquí esta vez —respondió Eva.