Después de terminar de hablar, Xu Xiang empacó la comida restante, envolvió las cajas de almuerzo con un mantel de picnic y se las entregó a A Lu Ge. Él sostenía una gran bolsa de comida y la miraba con una sonrisa.
—Muchas gracias, Xu Xiang. Eres muy amable. —le agradeció de todo corazón.
Xu Xiang miró su expresión feliz, sonrió ligeramente y dijo:
—De nada.
Los dos caminaron todo el camino de regreso al campamento de la tribu Xiuluo. Aunque no hablaron durante el camino, estaban de buen humor. Cuando vieron la tenue luz de la fogata en el centro del campamento, A Lu Ge se detuvo de repente.
Al notar que A Lu Ge simplemente se quedaba ahí parado, Xu Xiang se giró, lo miró y descubrió que ya no parecía tan feliz como antes. Siguió su línea de vista y vio a la gente de la tribu Xiuluo caminando hacia el espacio abierto en el centro del campamento para cenar.
Antes de que pudiera preguntar qué pasaba, él susurró de repente:
