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Con ambas prometidas ignorándome, apoyé mi gran espada en mi hombro mientras avanzaba hacia adelante, siguiendo a Mamá y a Lady Sker mientras comenzábamos a adentrarnos en el Distrito Noble.
Adelina estaba al frente de la formación, sus dos compañeros de confianza la protegían mientras ella gritaba orden tras orden, su armadura dorada y su cabello brillaban con cada estallido de maná elemental contra sus escudos.
Elevado sobre ella estaba el estandarte de la Legión, sostenido en alto por la mujer Wolfkin que casi se había convertido en la sombra de Adelina.
Cerca, Nirinia se encontraba incómoda mientras miraba entre su amiga de la infancia y el enemigo, insegura de qué priorizar en el aquí y ahora.
—¡Marquesa! ¿Podría ser tan audaz de pedirles a usted y a Dama Jahi que tomen esa mansión situada dentro del jardín de rocas?