—De pie en la puerta se encontraba una mujer imponente, aproximadamente de la altura de Jahi, su piel verde grisácea brillaba a la luz de la mañana temprano mientras nos sonreía burlonamente a todos nosotros.
—Cejas afiladas se asentaban sobre un par de ojos aguileños, mientras su nariz ligeramente puntiaguda añadía al aire de arrogancia que la rodeaba cuando casi nos miraba con desprecio, como si fuera superior.
—Sus delgados labios se curvaban en una sonrisa orgullosa que revelaba sus dientes blancos como perlas, y la mujer soltaba una risita mientras se lamía ligeramente los labios.
—Deslizando su mirada verde pálido sobre cada uno de nosotros, Nirinia asintió levemente para sí misma, haciendo que su cabello ornamentado tintineara suavemente.