La casa de Carter era una casa de tamaño medio a orillas del río y un gran cobertizo que albergaba una bestia domesticada con un carruaje adjunto.
La bestia era similar a los caballos que había visto en Zadash y en los Docks de la Masacre y parecía ser la bestia predilecta para este tipo de trabajo.
—¡Estoy en casa! —gritó Carter con una sonrisa mientras la puerta se abría mostrando a un joven chico que apenas llegaba a la mitad de su tamaño. Como Carter, el chico tenía cabello rubio y miraba curiosamente a Alice y Ria.
—Son mis benefactores. Me salvaron cuando apareció una gran bestia —explicó Carter.
—¿Cómo estuvo mamá hoy?
—Está bien. Mamá se preocupaba por tu seguridad —respondió el chico, corriendo de regreso a la casa.
—Puedes dejar las partes de la bestia al lado del cobertizo. Yo limpiaré y prepararé todo más tarde. Por favor, toma asiento dentro de la casa. No tardaré mucho —ofreció Carter mientras Alice asentía con la cabeza.