Al final de la sesión de entrenamiento, Allura tenía un plan para Alice.
—No estoy segura de cómo funcionará todavía, pero dejaré eso al herrero que encargaré. Pero una vez que cesen los combates, quiero que no uses tu segundo Sigilo. El dispositivo que estoy pensando en mandar a hacer sería uno que te permita controlar tus llamas poco a poco. De esa forma, puedes acostumbrarte a controlar estas llamas sin que exploten y lastimen a tus aliados —explicó Allura. Tener el dispositivo listo no era algo que ella pudiera lograr en un día.
«Si quiero que algo sea hecho con precisión, necesitaré llevar a Alice a conocerlo para que él pueda juzgar su poder por sí mismo. El hecho de que necesite usar una habilidad que he refinado a lo largo de los años para lidiar con esto ya habla mucho de su poder. Pero, no es una estimación precisa» —pensó Allura para sí misma.
Ya era hora de que cambiaran de ciudad.