Después de dos días más, Gin finalmente regresó de su viaje de compras, pareciendo molesto por las dificultades de conseguir tales herramientas para esta pelea.
Al llegar a la arena de entrenamiento, no pudo evitar quedarse mirando fijamente lo que veía. Tanto Alicia como Ria estaban paralizadas en el suelo sin moverse mientras Allura estaba en cuclillas sobre ellas.
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—Oh, bienvenido de vuelta, Gin. ¿Conseguiste lo que necesito? —preguntó Allura con una sonrisa al notar la presencia de Gin.
—Sí, los tengo conmigo. ¿Me puedes decir qué tipo de entrenamiento requiere que estés en cuclillas sobre ellas dos? —Gin suspiró, sintiendo ya un dolor de cabeza por sus travesuras antes de que ella comenzara a explicar.
