—No pongas esa cara. No es muy difícil adivinar cuando te pasas el tiempo husmeando. Además, no hueles como el resto de nosotros. —Mahri entrecerró los ojos mientras el espía quería correr, pero las piernas le estaban cohibidas por tentáculos rojos que emergían del suelo.
—No corras, no mientras tengas el privilegio de presenciar el nacimiento de algo mucho mayor que tú mismo. —Mahri se rió.
—Pero lo tomo como que no quieres matar a tus compañeros del Gremio. Bravo, ese sentido de camaradería. —Ella aplaudió mientras se acercaba a él.
—Así que dime, ¿alguna vez has sentido la mirada de la muerte? ¿El momento en el que sabes que te enfrentas a algo fuera del reino del sentido común, una bestia que te hace querer correr en cuanto la ves? ¿El momento en que sientes que te enfrentas al diablo? —Mahri preguntó mientras entrecerraba los ojos.