Al ver la columna de energía, Alicia comprendió que habían fracasado en asesinar al Gran Maestro Guerrero.
Apretando los dientes, Alicia se encontraba una vez más en una encrucijada de decisiones.
Tenía dos opciones. Una era tratar de ayudarlos lo mejor que pudiera con otro frasco de sangre. La otra era simplemente escapar y dejarlos a su suerte.
Siendo honesta, la segunda opción sonaba maravillosa en este momento, pero tendrían problemas con el viaje de regreso. Y aunque regresaran al puesto de avanzada, probablemente los marcarían como desertores ya que los capitanes murieron.
Si ese iba a ser el caso, tratar de quedarse en el norte se volvería difícil.
—Oh señor mía, por favor no me digas que estás tratando de sobrecargar tu cuerpo de nuevo. —Cayla suspiró mientras Alicia tosía incómodamente.