—¿Crees que puedo pedirle al Maestro que designe a ese Señor del Abismo de la Destrucción como mi octavo Sigilo? —Al oír su pregunta, todos a su alrededor se detuvieron en shock e incredulidad.
—¿Te das cuenta de que eso es una bestia de nueve estrellas, verdad? Te lo digo por si no escuchaste bien a Nyer —preguntó Alicia con una sonrisa nerviosa.
Ella sabía que era irónico viniendo de ella considerando que su primer Sigilo pertenecía a tres estrellas, su segundo a cuatro estrellas que después despertó, su tercero pertenecía a otra de tres estrellas y su cuarto era el más escandaloso. Uno que pertenecía a una bestia de seis estrellas.
Pero matar a estas bestias era completamente diferente en comparación con luchar contra el pináculo de la vida misma fuera de Apóstoles y Dioses.
¡Una bestia de nueve estrellas!