—¿Qué habilidad querías que enseñara a alguien? —preguntó Tessa, sospechando de las intenciones del Dragón.
—No necesitas ser tan sospechosa, Clérigo de Guerra. Soy un Dragón de Bronce, discípulo del Dios de la Ley y el Orden. No me gusta la alteración en la forma en que se supone que deben hacerse las cosas, y tengo poca tolerancia para la falta de respeto.
—[Definitivamente está hablando de mí.] —Cara rió, recordando cómo lo había tocado en la nariz.
Los miembros recién llegados estaban un poco cautelosos del temperamento del Dragón, pero Karl sonreía ante la actitud despreocupada de Cara.
—¿Por qué no lo intentamos ahora? Podría ser divertido. Hace tiempo que no veo una habilidad épica. No desde que aprendí [Vestimenta Bestial] —sugirió Karl.
—Está bien. Por favor, pasa. Proporcionaremos refrigerios para tus amigos, pero quizás quieras restringir a la Sacerdotisa de la Naturaleza.
—Alta Sacerdotisa de la Naturaleza —corrigió Karl, haciendo que el Dragón rodara los ojos.
