74.
Desperté lentamente, aún disfrutando del calor que provenía del cojín sobre el que estaba acostada. La sensación de dedos recorriendo mi espina dorsal me dejaba piel de gallina, pero estaba demasiado feliz y contenta como para querer moverme.
Enterrándome más profundo en el calor, pude sentir que la cama bajo de mí empezaba a vibrar.
—No puedo decidir si es más linda como ratón o como humano. De cualquier manera, podría despertarme así todas las mañanas y estar perfectamente contento —murmuró una voz baja mientras una mecha de mi cabello era apartada hacia atrás. Los dedos ágiles la sujetaron detrás de mi oreja antes de acunar mi mejilla en su mano enorme.
—Creo que está despertando lentamente —murmuró una voz diferente desde detrás de mí—. Me estaba preocupando.
—Igual —gruñó el colchón—, estaba a punto de llamar a uno de nuestros doctores.
¿Doctores?
¿Dedos?
Oh mierda.