Dominik miró a los guardias de la manada mientras se alineaban, sus miradas bajadas al suelo o en Raphael mientras él continuaba inmovilizando a Marcus en el suelo.
Todos asumían que él era el más amable de la manada. Siempre estaba dispuesto a salir de su camino para ayudar a quien lo necesitara, y casi todos acudían primero a él antes que a Raphael porque tenían demasiado miedo de hablar con el Alfa sobre ciertos asuntos.
Pero parecían olvidar que su manada inmediata estaba llena de lobos salvajes, psicópatas y un asesino en serie. Podría ser el más amable de los cuatro, pero eso no significaba que no tuviera dientes propios. Había una razón por la que lo llamaron a formar parte de esa manada, y no era por su sonrisa o su paciencia.
—Ayúdame —gorgoteó Marcus mientras desviaba la mirada hacia Dominik.
¿Realmente pensaba el lobo que iba a desafiar a su alfa por él? ¿Que su vida valía más que la de su compañera?
Lobo tonto.