Miré al hombre frente a Lucien, su túnica negra me recordaba a un extra de una película de vampiros en particular. ¿Por qué los villanos siempre pensaban que una túnica los hacía ver intimidantes? Realmente los hacía parecer nada más que una broma.
—Supongo que eres parte del Consejo del Cambiante —continué, contenta de estar en los brazos de Raphael.
—Lo soy —respondió el hombre, levantando la barbilla y sacando pecho con orgullo. Pero eso estaba bien; el orgullo siempre precede a la caída. Solo espero que su caída desde lo alto no termine matándolo.
Ah, ¿a quién engañaba? No tenía problema si la caída lo mataba, siempre que no tuviera que limpiarlo yo.
Cuando él no siguió esa declaración con un nombre o algo por el estilo, levanté la vista hacia Raphael. —¿Dónde está Bane?