—La atmósfera dentro de la mansión era sombría mientras Caleb, Lucien, Damien y Dominik se sentaban alrededor del salón, con una bebida en sus manos pero sin ganas de dar un sorbo.
La doctora de la manada, Lily, junto con uno de sus hermanos, estaba en la habitación de Raphael, haciéndole un chequeo mientras que otro de sus hermanos y un extraño estaban esperando en la entrada del salón.
—Esto ya aburre —gruñó Caleb mientras giraba el líquido ámbar en el vaso que tenía en la mano.
—Entonces deja de llamarla —se encogió de hombros el extraño, sus anchos hombros subiendo y bajando. Él era el mismo que había amenazado a Caleb en el claro, y aparentemente, todavía estaba molesto por ese incidente.
—Entonces está despedida —respondió Lucien, desapasionadamente—. No necesitamos una doctora en la manada a la que no podamos llamar.