Perspectiva de Jules
Blaze me miraba en silencio sin decir nada al principio. Su otra mano ascendió y enmarcó el lado de mi cara y sentí cómo mi corazón se agitaba en mi pecho mientras yo lo miraba fijamente.
—No tienes que hacerlo, conejo. —finalmente anunció, y sentí mi corazón acelerarse de nuevo, mi mente empezando a entrar en pánico por reflejo.
—No hasta que estés listo, ¿de acuerdo? No deberías hacer esto porque te sientes mal por no confiar en mí o porque quieres que te perdone. No estaba enojado contigo para empezar. —explicó, sonando sincero y con voz suave. Todo lo que decía parecía tirar de las cuerdas de mi corazón mientras se repetía en mi cabeza.
Mordí mi labio inferior por unos momentos antes de finalmente soltar un largo suspiro, y entonces comencé a hablar.
—Pero sí quiero decírtelo. —admití, porque era nada más que la verdad.