{Isabella}
Isabella permanecía completamente inmóvil mientras el maquillador le daba los toques finales a su rostro. El pincel le hacía cosquillas en la piel, pero resistió el impulso de moverse.
Era una ventaja ser una hechicera que muchas personas probablemente no consideraban a menudo, pero años de lanzar hechizos habían hecho que la capacidad de Isabella para controlar su propio cuerpo fuera aguda y fuerte.
A su lado, una bailarina humana iba y venía, murmurando los pasos en voz baja. Su rostro estaba pálido, y Isabella podía oler prácticamente el sudor nervioso que desprendía.
—¡Oh dioses, oh dioses! —susurraba la chica—. ¿Y si me equivoco? ¿Y si tropiezo? ¿Y si...?
Isabella rodó los ojos.
—Cariño, relájate. Es solo un baile.
La chica se volvió hacia ella, los ojos muy abiertos.
—¿Cómo puedes estar tan tranquila? ¿Sabes quién está ahí afuera? ¡Cada nombre presente va a aparecer en los libros de historia dentro de 15 años! ¡Esta es la noche más importante de mi vida!