La mañana siguiente, Melisa despertó con un sentido de propósito.
Dormir sobre ello, como Javir había sugerido, logró hacer que varias ideas se agitaran en su mente.
Había estado casi toda la noche en vela, armando un plan. Y le gustaba lo que había ideado.
[Necesito reunir a las chicas para hablar de esto.]
Así que, se dirigió de nuevo a la academia.
Vio a Isabella, Armia y Cuervo todas camino a la segunda clase del día... Ninguna de ellas hablaba con las otras, claro está.
Tan pronto como las vio, las llamó con la mano.
—¡Hey, chicas! —Melisa gritó al acercarse—. ¿Qué os parece si hoy nos saltamos clase?
Los ojos de Isabella brillaron con picardía, mientras que Armia parecía escandalizada.
Cuervo, como de costumbre, permanecía impasible.
—¿Saltarnos clase? —Armia preguntó con una ceja levantada, las escamas doradas que bajaban por sus manos brillando a la luz del sol—. ¿Qué te ha pasado?
—¿Qué? ¿Es tan raro que yo-