Javir yacía en su cama en la posada, mirando fijamente el techo con los ojos muy abiertos, sin poder dormir.
Su mente era un torbellino de pensamientos y emociones, todos centrados en torno a un momento increíble, inverosímil.
«Ella hizo un hechizo», pensó Javir, por lo que debió haber sido la centésima vez esa noche. «Un hechizo real, de verdad, justo delante de mí».
Era una hazaña que la mayoría de los magos pasaban años, incluso décadas si tenían particularmente mala suerte, intentando lograr. Y Melisa, una niña nim de nueve años, lo había hecho como si no fuera nada.
Esa era la peor parte. Lo hizo de la misma forma casual en que uno afilaría un lápiz.
«¿Cómo es eso posible? ¿Qué tipo de mente debe tener ella para comprender las—las sutilezas de la magia tan fácilmente, tan intuitivamente?»
Los pensamientos de Javir giraban y giraban, persiguiéndose unos a otros en círculos sin fin.
No podía sacudirse la sensación de que estaba presenciando algo verdaderamente extraordinario.
La mayoría de las veces, uno no podía darse cuenta hasta mucho después. Pero ahora, ella se preguntaba si acaso estaba presenciando un evento cambiante de mundo, el nacimiento de una persona cambiante de mundo, justo frente a ella.
«Y sin embargo, aquí está, escondida en este pequeño pueblo, su talento oculto del mundo. Es... es incorrecto».
Una parte de Javir se alegraba, de una manera egoísta, de que el genio de Melisa no estuviera en manos de la Academia.
Conocía demasiado bien cómo podían torcer y manipular tales dones, cómo podían convertir una mente joven y brillante en solo otro engranaje en su máquina política.
Pero otra parte de ella, la parte que siempre había creído en el poder del conocimiento y la importancia de fomentar el talento, no podía evitar sentir un sentido de injusticia.
«Melisa merece más que esto. Merece que sus habilidades sean reconocidas, que tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. Mantenerla aquí, dejando que sus habilidades se desperdicien... no es justo para ella, y no es justo para el mundo».
Javir suspiró, dándose la vuelta y enterrando su cara en la almohada.
Sabía lo que tenía que hacer, aunque la idea le doliera en el corazón.
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Tengo que hablar con ella. Debo darle la elección, la oportunidad de buscar más de lo que este pueblo puede ofrecer.
Sería una conversación difícil, una que podría cambiar potencialmente el curso de la vida de Melisa. Pero Javir sabía que era necesario, sabía que le debía a la niña ser honesta y directa sobre lo que veía en ella.
—Mañana —se prometió, y, por primera vez esa noche, al cerrar los ojos, pudo sentir que sus párpados accedían a permanecer cerrados—. Mañana, la sentaré y tendremos una charla de verdad, de humano a nim. Le explicaré todas las opciones, todas las posibilidades, tanto buenas como malas, y la dejaré decidir por sí misma qué camino quiere tomar.
Era una perspectiva desalentadora, pero Javir sabía que era lo correcto hacer. Melisa merecía la oportunidad de elegir su propio futuro, de seguir sus sueños dondequiera que la llevaran.
—Y lo que ella decida —también decidió—, estaré ahí para apoyarla, en cada paso. Soy su maestra. No conocerá a nadie en Syux si no voy con ella, y eso simplemente se siente como lanzar a alguien en un horno. Especialmente a un nim. Tengo que estar a su lado si ella sigue adelante con esto.
Exhaló.
—Y lo haré —absolutamente lo haré—. No dejaré que nadie ponga sus manos pegajosas sobre ella.
Con ese pensamiento, Javir finalmente sintió que una sensación de paz se asentaba sobre ella.
Y con una pequeña sonrisa de satisfacción en los labios, Javir se quedó dormida, lista para enfrentar el amanecer.
Y, para escuchar la respuesta de Melisa.
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{Melisa}
Melisa estaba en el jardín, practicando su magia cuando Javir llegó a la casa Llama Negra.
Había algo diferente en la mujer ese día, una cierta gravedad en su expresión que hizo que Melisa se detuviera.
Javir se encontró con Melistair justo cuando él estaba a punto de salir para trabajar.
—Disculpe, Melistair —buenos días—. ¿Podría hablar con la familia en conjunto? Es importante —dijo Javir.
Melistair parpadeó, sorprendido por la solicitud, pero asintió.
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—Por supuesto, Javir. Sentémonos en el jardín, ¿les parece bien?
Una vez que todos estuvieron acomodados, Javir respiró hondo, como si se armara de coraje para lo que estaba a punto de decir.
Se volvió hacia Melisa, su mirada sorprendentemente intensa.
—Melisa, quiero preguntarte algo. ¿Qué quieres ser cuando crezcas?
Melisa sonrió ampliamente, la respuesta viniendo fácilmente a sus labios.
—¡Quiero ser la mejor hechicera del mundo, la mejor espadachina del mundo, y convertirme en una heroína!
Una emoción cruzó la cara de Javir, una mezcla de orgullo y algo que se parecía casi al dolor, como si acabara de confirmar algo en su mente.
Asintió lentamente.
—Pensé que dirías eso. Pero Melisa, si realmente quieres alcanzar esos sueños, no puedes hacerlo aquí, en este pueblo.
Melisa sintió una sensación de hundimiento en su estómago.
En el fondo, sabía que Javir tenía razón. Había estado tan absorta en la alegría del aprendizaje, de descubrir su propio potencial, que no había pensado mucho en el futuro.
Pero, eso era un hecho con el que podía estar de acuerdo al instante. Este pueblo no era precisamente el escenario adecuado para la grandeza.
Margarita frunció el ceño, con un tono protector en su voz.
—¿Qué sugieres, Javir?
Javir sostuvo la mirada firmemente.
—Quiero llevarme a Melisa conmigo de vuelta a Syux.
Al instante, Margarita y Melistair estallaron en protesta.
—¡De ninguna manera! —exclamó Melistair—. Los nim no son más que esclavos en el reino humano. ¡La matarían como a un leonlobo en cuanto la vieran!
Margarita asintió vehementemente.
—No te permitiremos llevar a nuestra hija a ese tipo de peligro, Javir. Está fuera de discusión.
Pero Javir levantó una mano, su expresión serena y segura.
—Por favor, escuchen. Hay múltiples maneras en que un nim puede ser libre en Syux. Una de ellas es si el nim en cuestión obtiene una beca para la Academia de Syux. Y eso es lo que creo que Melisa debería intentar hacer.
Un silencio impactado cayó sobre el jardín. El corazón de Melisa latía acelerado, su mente dando vueltas con las posibilidades.
[¿La Academia de Syux? ¿La escuela más prestigiosa en el reino humano? ¿Realmente podría...?]
Javir inhaló profundamente, lanzándose a un discurso apasionado.
—Escuchen, no les mentiré. Si Melisa va a Syux, sí, se enfrentará a prejuicios y oposición. Sí, habrá gente que se interponga activamente en su camino, que intente hacer su vida difícil. Muchos de ellos, incluso. No será fácil.
Miró a Melisa, sus ojos brillando con convicción.
—Pero Melisa, realmente creo que si quieres alcanzar tu máximo potencial, si quieres convertirte en la heroína que sueñas ser, esta es la única manera. Tienes un don, un talento más allá de cualquier cosa que haya visto. Sería una tragedia dejarlo pasar.
Melisa miró a sus padres, queriendo medir su reacción.
Estaban completamente divididos.
—No tienen que tomar la decisión ahora mismo —dijo Javir—. Yo... me quedaré en la posada por el resto del día. Háblenlo. Pero —añadió— estoy seria. En mi opinión —miró a los padres de Melisa—, si quieren hacer lo correcto por su hija, esta es la manera de hacerlo. Nos veremos más tarde.
Y, así como así, Javir se fue.
Dejando a la familia Llama Negra con una de las preguntas más pesadas que jamás se les habría hecho.