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Melisa se sentó en clase, su atención dividida entre la charla monótona y la pila de cartas en su escritorio.
Isabella descansaba sobre su regazo, su suave y esponjosa cola haciendo cosquillas en los muslos de Melisa mientras jugueteaba con un mechón del cabello de la nim.
De vez en cuando, los ojos de Melisa bajaban más y más hasta que miraban la falda extremadamente corta de Isabella, donde apenas podía ver-
—[Mierda... Estoy caliente.]
Sacudiendo su cabeza, tomó la primera carta, ojeando su contenido antes de soltar una suave risita de burla.
—¿Qué es? —murmuró Isabella, estirando el cuello para ver.
—Otra oferta de negocios —respondió Melisa, rodando los ojos con una ligera sonrisa—. Algún comerciante quiere que respalde su 'revolucionaria' nueva línea de utensilios de cocina encantados. Dice que me hará ganar una fortuna.
Melisa suspiró.
—Literalmente han pasado solo un par de días. ¿Significa algo siquiera poner mi nombre en algo? —comentó Melisa.