El cielo crepuscular fuera del invernadero comenzaba a arrojar una tonalidad oscura sobre el espacio, pintándolo en tonos de lavanda e índigo. Una brisa suave revolvía las hojas de las plantas exóticas que los rodeaban, llevando consigo los relajantes aromas de flores y vegetación. La calma belleza de la velada contrastaba abruptamente con la escena caótica que se desarrollaba en el interior.
Xu Feng no podía evitar reflexionar sobre lo absurdo de la situación. En los dramas que había visto, los médicos milagrosos diagnosticaban a sus pacientes con asombrosa velocidad, a menudo simplemente colocando dos dedos en la muñeca del paciente y luego anunciando sus hallazgos con confianza.
Sin embargo, eso no era lo que ocurría cuando le tocaba a él y estaba nervioso. El anciano doctor frente a él parecía estar destrozando todas sus esperanzas y sueños, tardando mucho más en llegar a una conclusión. Habían pasado al menos dos minutos, y Xu Feng había desacreditado el "hecho dramático".
