Era como nada que hubiera sentido antes.
Era. Orgásmico.
Se estaba acercando a otro clímax, la semilla de la última ronda todavía caliente contra sus abdominales. Una mezcla de su propia liberación y la de Jian.
Entonces, sin previo aviso, un tercer dedo se unió en su entrada sin dificultad alguna. Había más que suficiente espacio para moverse y continuar el viaje al completarse.
El ligero cambio de sensación hizo que Xuan Yang se inquietara un poco, pero el movimiento continuó y no se opuso. Su cuerpo estaba deseando liberarse.
Otra larga lamida, un trayecto que lo dejaba luchando por mantener la sensatez.
—¡Hmmmm! —gimió Xuan Yang, apenas conteniendo su voz de romperse. Su mente ya estaba perdida en ese punto.
—Listo... —una voz áspera desde abajo llegó sin aviso, espesa y revestida de lujuria. Una voz que Xuan Yang todavía reconocía incluso en su estado de falta de enfoque.