La sutil preocupación de Xu Hu Zhe no pasó desapercibida para Xu Feng. Mientras los ojos preocupados del joven se encontraban con los suyos, la sonrisa de Xu Feng crecía y brillaba, adquiriendo una cualidad cautivadora.
Era como si su energía hubiese sido revitalizada por este simple gesto de cuidado y comprensión. —Gracias —dijo suavemente, su voz llevando un cálido tono de gratitud.
Con eso, dejó el tren de pensamientos ir, enfocándose en el momento presente.
Hu Zhe era de verdad un chico muy bueno, inusualmente tímido y ligeramente torpe. Xu Feng entendía que tenía la responsabilidad de nutrir y apoyar a los más cercanos a él en este mundo, y también estaba el asunto de traer a Xu Zeng de vuelta.
Sin embargo, no necesitaba sentirse apresurado. Estar estresado no resolvería ninguno de sus problemas. No haría que el tiempo se moviera más rápido y que las oportunidades se presentaran.
Todo estaba en la suerte y el tiempo adecuado.