Mientras el silencio se prolongaba, Xu Feng se encontró encerrado en un escrutinio continuo del rostro que tenía delante. El parecido era inquietantemente preciso, encendiendo un sentido de familiaridad que se negaba a disolverse.
Y aún dentro de este sorprendente parecido, emergió un contraste borroso. Xu Feng había encontrado en persona a Xuan Muyang y Xuan Murong, las figuras mayores del linaje Xuan. Sin embargo, su presencia física no había evocado el mismo sentimiento de conexión o reconocimiento que esta figura etérea sí hizo.
Era como si esta entidad fantasmal sostuviera una familiaridad que superaba los lazos de sangre.
El misterio se profundizaba, planteando aún más preguntas con las que Xu Feng tenía que lidiar. ¿Por qué esta figura fantasmal resonaba dentro de él, a diferencia de los miembros vivos de la familia Xuan?