El corazón de Xu Feng retumbaba en su pecho cuando finalmente cruzó miradas con Bai Mo. Una oleada de alivio lo inundó al ver a su amigo a salvo, pero algo más captó su atención y despertó en él una sensación desconocida. Bai Mo, desalineado y visiblemente alterado, sujetaba protectoramente el canasto contra su pecho.
La vista impactó a Xu Feng, una ola de confusión y frustración surgiendo a través de él. El estado de Bai Mo, la urgencia en sus movimientos y la manera en que resguardaba el canasto alarmaron a Xu Feng. Sintió un pinchazo de dolor y desconcierto mientras su mente giraba con preguntas.
—¿Por qué Bai Mo estaba tan preocupado por el canasto en este caos? ¿Era por la comida, las pertenencias de Xu Feng o algo completamente diferente?
No era ira lo que consumía a Xu Feng, sino un profundo sentido de confusión e incredulidad.
—No, tal vez sí era ira...