El agua tibia en el barril de baño lo envolvía como un abrazo reconfortante, y Xu Feng soltó un suspiro satisfecho. Los persistentes pensamientos sobre las semillas recién adquiridas proporcionaban una distracción única, definitivamente diferente de sus distracciones habituales en los barriles de baño.
Sí, podía admitir que era un pervertido, y su nueva línea de sangre lo hacía un pervertido aún mayor de lo que su potencial hubiera permitido en la era moderna. Su línea de sangre no sólo le había otorgado habilidades posiblemente extraordinarias, sino también un deseo por deseos que no podría haber imaginado antes.
Cada vez que se acercaba a un barril de baño, ciertas imágenes y sonidos siempre parecían hacerse conocer en su cerebro. La escena que había visto hace más de un mes arruinó el barril de baño para él.