Xu Feng se encontraba buscando consuelo en el cálido abrazo de Xuan Jian. El aroma del hombre era encantador, con un aire distintivo de masculinidad que lo sumía en una sensación de seguridad.
Era como si el mundo exterior no importara en ese momento.
En realidad, no era que realmente quisiera liberarse de ese abrazo. Era la abrumadora vergüenza de la situación lo que lo había llevado a luchar.
Sus acciones provenían más del reflejo de autopreservación que del deseo de escapar.
Sin embargo, mientras dudaba y reunía cada onza de valor que poseía, hizo una pausa y lentamente levantó la cabeza.
Su mirada se encontró con los ojos grises que lo miraban. Estos ojos exhibían una profunda sensación de felicidad, pero debajo de eso, algo más intenso parecía acechar, posiblemente deseo o anhelo. Era una mirada que dejaba a Xu Feng en un estado de profunda desorientación.