Xu Feng observaba las carrozas descender por el serpenteante camino desde la mansión Nanshan. El camino era empinado, y las carrozas parecían deslizarse hacia abajo con gracia, tiradas por caballos poderosos que se movían con un ritmo bien practicado.
El sendero estaba rodeado de altos y ancestrales árboles que proyectaban manchas de sombra en el camino, creando una atmósfera casi mística. Mientras las carrozas desaparecían de su vista, se dio cuenta de que ahora era verdaderamente el dueño de este lugar desconocido, su nuevo hogar.
Xu Feng no podía evitar preguntarse sobre las escenas que había presenciado anteriormente. La tensión entre Xuan Yang y la Señora Xuan era lamentable, incluso observándolo desde la distancia. Era evidente que su relación estaba tensa, por decir lo menos.
El vínculo entre ellos parecía frágil, y la dinámica familiar aquí era diferente a todo lo que Xu Feng había experimentado.