El carruaje era un espectáculo sorprendentemente lujoso para este hombre moderno. Era una bella mezcla de sofisticación y comodidad, presumiendo asientos esponjosos y mullidos que hacían señas a un cierto pasajero con un trasero sensible, llamándolo a sentarse y hundirse.
Los suaves cojines parecían casi demasiado tentadores, y la fina tela que los cubría era como un susurro de amor directo al trasero de Xu Feng.
Al entrar Xu Feng en el carruaje, no pudo evitar moverse en el asiento con una enorme sonrisa en su rostro. Los asientos mullidos parecían un sueño hecho realidad, y movió su trasero en el cómodo acolchado para medirlo bien.
Habiendo experimentado un puñado de viajes en coche y una vida llena de transporte público en su mundo anterior, Xu Feng no esperaba disfrutar tanto del paseo en carruaje. Fue una sorpresa encantadora, y no pudo resistir el impulso de entregarse al puro confort de los asientos.