—Me voy —El Emperador Xiao asintió ligeramente.
—Tómate tu tiempo —Jian Wushuang frunció el ceño. Hasta donde él sabía, había pasado mucho tiempo desde que Leng Rushuang dejó el Mundo Antiguo. Podría regresar cualquier día, pero no se quedó mucho tiempo y había partido inmediatamente, dejando solo un saludo.
—¿Ocurrió algo? —pensó Jian Wushuang.
Justo ahora, también había escuchado una emoción lúgubre, triste y desamparada proveniente de la cítara.
Quizás, algo le sucedió a Leng Rushuang.
—Oye, chico. Te preocupa mi hija, ¿no es así? —El Emperador Xiao de repente miró a Jian Wushuang.
—Emmm... —Durante un segundo, Jian Wushuang quedó aturdido, asintió lentamente y dijo—, La Señorita Leng es una amiga mía y me ayudó antes, así que obviamente estaría preocupado por su seguridad.
