—Esa perra debe estar loca —dijo el Emperador Xiao, con rabia ardiendo en su mirada.
Leng Rushuang permaneció en silencio al escuchar eso.
En ese momento, Leng Rushuang notó la Prisión del Mundo al lado de ella. Al mismo tiempo, también notó la existencia de Jian Wushuang dentro de la Prisión del Mundo.
—¿Está él adentro? —Con una complejidad relampagueando en su rostro, Leng Rushuang caminó hacia la Prisión del Mundo.
En la Prisión del Mundo, Jian Wushuang estaba sentado allí solo. Numerosas manos gigantes formaban una fuerza ofensiva, lanzando un ataque contra él. Cuando esta fuerza casi lo alcanzó, un poder inmaterial, sin embargo, brotó de su cuerpo, aplastando esas manos gigantes con facilidad.