—No habiendo matado a Su Ming —Jian Wushuang sintió remordimiento—. Sin embargo, excepto por Su Ming, los expertos que habían buscado matar al Ancestro de la Espada habían sido asesinados. En el Mundo Antiguo, Jian Wushuang no tenía otros enemigos.
Jian Wushuang regresó al Continente de los Monstruos siguiendo al Emperador Dragón Óseo. Volvieron al enorme castillo negro donde vivía el Emperador Xiao.
En el jardín, el Emperador Xiao estaba sentado en un taburete de piedra, mientras Di Jing permanecía de pie a su lado respetuosamente.
—¿Has terminado de ocuparte de tus asuntos? —El Emperador Xiao miró hacia Jian Wushuang.
—Sí, he terminado. Hubo un pequeño accidente, pero afortunadamente el Maestro Di Jing me ayudó —dijo Jian Wushuang.
—Aja, era una pequeña cosa y yo solo expulsé a un niño del Reino Divino —Di Jing sonrió de una manera extraña.
