—Hmph, si fuera por mí, ¿esperas que lo rescate de nuevo? Debería sentirse afortunado si no lo mato directamente —dijo el Emperador Divino de mal genio.
—Yo tampoco lo rescataría.
—Solo un tonto lo haría. En mi opinión, debería matarlo directamente —otros Emperadores Divinos hablaron.
El Emperador Serpiente Dorada se oscureció al escuchar sus palabras.
—Jian Wushuang —el Maestro del Templo Luna Pura habló de nuevo, pero su voz no era tan fría como antes—, ¿puede alguien testificar que lo que dijiste es cierto?
—Por supuesto —asintió Jian Wushuang—. Los sargentos del Séptimo Ejército y del Sexto Ejército fueron testigos de lo que sucedió. ¡Ellos pueden testificar!
El Maestro del Templo Luna Pura miró a su alrededor.
Los sargentos se miraron en silencio. Entonces, Fang Han, el comandante del Séptimo Ejército, habló primero:
