—¿Oh? —Chi Mei no pudo evitar sorprenderse.
Era un experto del Reino Santo. Frente a su poderosa aura, incluso un experto en el Pico del Reino Vacío o el Reino Semi-santo temblaría de horror. En ese momento, aunque Jian Wushuang estaba suprimido por su aura, seguía tan sereno como si nada.
—Señor Chi Mei, no necesita saber quién soy. Solo necesita saber que lo que desea está en mis manos —Jian Wushuang volteó su mano, sacando la larga lanza negra y el Manual de Ira de Vendaval y Rayo.
Los ojos de Chi Mei y del Viejo Extraño Yunyang se iluminaron.
Habían venido aquí por esos dos tesoros, así que les daban gran importancia.
—Les daré los dos objetos después de que todo esté hecho, siempre que ambos sigan mis órdenes durante este viaje al Valle Helado del Néctar... ¿Tienen algún problema con eso? —Jian Wushuang dijo fríamente.
—Está bien —El Viejo Extraño Yunyang asintió sin vacilar. Había anhelado el Manual de Ira de Vendaval y Rayo, por lo que valoraba esta rara oportunidad.