Los padres de Mia, sorprendidos, estaban listos para levantarse, pero Morris los detuvo. —Déjenla manejarlo.
Su padre claramente parecía disgustado. —Pero...
—Ella me había dicho que me encargara de ustedes, si algo como esto sucedía —explicó Morris.
—¿Qué quieres decir, estaba al tanto de que esto iba a ocurrir? —El señor Wilson se encolerizó—. ¿Realmente robaron? Aunque sea mi hija, yo nunca...
—No, padre —Morris colocó su mano sobre la de su padre—. ¿Acaso no conoces a tu hija? ¿Realmente crees que Mia podría hacer tal cosa, la que rechazó todos los privilegios de su familia adinerada y optó por el camino de la lucha?
—No Mia, pero ¿y si fue Natalie? —La madre de Mia dudó al decirlo.
—Hemos conocido a Natalie durante tantos años. Han ocurrido muchas cosas con ella, pero ¿alguna vez hemos cambiado nuestra opinión sobre ella? —preguntó Morris.