Después de dos horas, Natalie finalmente se despertó de su sueño. Agotada, ni siquiera tenía voluntad de moverse de la suave y cómoda cama.
Pensé que estaba bien después de una semana de descanso, pero este maldito pequeño procedimiento se siente peor que una cirugía mayor. Mi espalda todavía duele. No creo haberme recuperado completamente.
Justo entonces, Justin entró a la habitación. La vio despierta, su rostro fruncido en una mueca mientras yacía en la cama.
—¿Te duele? —preguntó, caminando hacia ella.
Por supuesto que me duele. Pero si te digo la verdad, no me dejarás asistir al importante evento de mañana de mi empresa, pensó. Moviendo la cabeza, respondió:
—No mucho.
Él se acercó y la ayudó a sentarse. —La cena está lista. Una vez que comas, podrás tomar tu medicina y sentirte mejor.
Ella asintió en silencio mientras él se levantaba y caminaba hacia el armario. —Necesitas refrescarte y cambiarte a la ropa nueva.