—Así que, ¿qué quieres que haga? —preguntó Vincent con despreocupación.
—Sus palabras sacaron a Natalie de sus pensamientos. ¿A qué te refieres?
—¿Quieres que arrastre a este Aiden Hendrix—o Shaw, como se haga llamar—hasta ti? ¿O prefieres venir conmigo y presionar tú misma el arma contra su sien? —Su tono era tan indiferente que parecía estar hablando de un paseo por el parque.
—No hay necesidad de hacer nada —dijo Natalie firmemente—. Ya lo encontré.
—¿Lo encontraste? —Vincent alzó una ceja—. ¿Acudió a ti por su cuenta?
—Sí, y ahora estamos juntos. Así que mantente al margen. Ya has hecho suficiente —Su tono era despectivo, marcando el final de la conversación.
La expresión de Vincent se oscureció, su voz adquiriendo un filo peligroso —Después de hacerme trabajar para ti, ¿te atreves a despedirme así? ¿Me das por sentado porque te he dado algo de libertad? ¿Quieres que te lleve de vuelta a Ciudad Xyros justo ahora?