Frente a sus ojos, el coche de lujo salió del estacionamiento del hospital, dejando a Briena e Ivan atónitos.
—¿Cómo pueden tener ese coche? —murmuró Briena, su incredulidad evidente—. Ese gigoló no puede ser el dueño de algo así. ¿Es del hombre rico que apoya a Natalie?
Ivan, igualmente impactado, salió de sus pensamientos con el comentario de Briena.
Ella se volvió hacia él, su voz teñida de sospecha.
—Eso significa que lo que Natalie le dijo a los reporteros —que algún hombre rico la está apoyando— podría ser cierto.
Ivan no respondió de inmediato, sus emociones revueltas. La envidia brillaba más fuerte entre ellas, viendo a Natalie aparentemente prosperar en el lujo.
—Vamos —dijo secamente, caminando hacia su coche. Una vez que estuvieron sentados e Ivan comenzó a conducir, Briena habló de nuevo.
—Ivan, ese coche es tan raro —solo un puñado de personas en el país tienen uno. Si investigamos quién los posee, podríamos descubrir quién está apoyando a Natalie.