La mano de Justin se acercó aún más a sus pechos, pero Natalie sostuvo su mano por reflejo.
No estaba acostumbrada a ser tocada de esa manera. Después de pasar sus días en lugares peligrosos como la ciudad de Xyros, protegiéndose de esos hombres peligrosos con los que se encontraba, negar cualquier intimidad con alguien se había convertido en su instinto innato.
No quería admitirlo, pero esta era la razón por la que nunca pudo acercarse a Ivan, incluso después de salir con él durante tanto tiempo. Él tampoco había intentado traspasar sus límites, percibiendo las líneas invisibles que siempre mantenía entre ellos. ¿Debería estar agradecida con él por ser un caballero o simplemente no tenía ganas de estar cerca de ella?
Pero este hombre terco, un seductor nato, parecía empeñado en romper todas sus defensas. Lo que ella pensaba que sería imposible para ella, él le había demostrado rotundamente que estaba equivocada.