Justin regresó a casa un poco tarde, donde tocó el timbre como de costumbre a pesar de conocer la contraseña de la cerradura de la puerta.
Pronto la puerta se desbloqueó y una mujer con un delantal, sosteniendo una espátula en una mano entró en su campo de visión.
—Sabes la contraseña de la cerradura, pero aún así me molestas en mi trabajo haciéndome venir a abrir la puerta —dijo ella, en tono un poco quejumbroso y se volvió para regresar a la cocina.
—Y quiero seguir molestándote así toda mi vida —contrarrestó Justin con suavidad y entró en la casa.
Ella lo escuchó y entendió claramente lo que él quería decir, pero no respondió.
Después de guardar su bolsa y zapatos, Justin se lavó las manos y se dirigió a la cocina para ver qué estaba haciendo Natalie. Notó que estaba preparando varios de sus platos favoritos.
—¿Se está preparando esta fiesta para mí? —preguntó, mirando todos los platos que estaban siendo preparados.