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Ana se apresuró al lado de Briena, ayudándola a ponerse de pie. Las lágrimas corrían por el rostro de Briena, rompiendo el corazón de Sephina.
—Eres una criatura vil —gruñó Sephina—. Cuanto más te comportas así, más sé que tomé la decisión correcta al no aceptarte.
Natalie dio un paso hacia Sephina, mirándola fijamente sin rastro de miedo.
—Siempre supe que me odiabas, pero nunca me di cuenta de que tu odio era tan profundo que llegarías tan lejos para arruinar mi vida.
Aunque la mirada de Natalie era fría, el dolor en sus ojos traicionaba el daño que intentaba esconder.
—No te merecías nada de eso, pero Briena —habló Sephian, pensando que Natalie se refería a los escándalos de plagio o cualquier cosa que se le hubiera quitado.
—Sí, lo que hiciste conmigo ayer, tu preciosa nieta lo merece en lugar de mí —se burló Natalie—. Entonces, ¿por qué la perdonaste? Deberías haberle dado esa droga…