—Abuelo —Briena llamó con calidez.
Alberto le ofreció una sonrisa amable. —Felicidades, Briena —dijo antes de desviar la mirada hacia Ivan. Su expresión se volvió menos acogedora. —Felicidades —añadió, aunque sin entusiasmo.
Tanto Briena como Ivan le agradecieron cortésmente.
—Abuelo, no veo a mi hermana —Briena comentó, pensando con satisfacción: Debe sentirse horrible viendo que estoy comprometida con el hombre que una vez amó.
Alberto le dio una respuesta tranquila. —Salió a tomar una llamada. Estaba demasiado ruidoso aquí, pero debería volver pronto.
En ese mismo momento, regresó Natalie. Se acercó a ellos, su rostro carente de cualquier expresión, como si estuviera frente a las personas insignificantes en su vida. —Felicidades a ambos.
Briena miró a su hermana, sorprendida. Natalie lucía impresionante, tan hermosa como aquel día en el restaurante.