Iván estaba sentado en su oficina, mirando fijamente por la ventana detrás de su escritorio. Su mente estaba consumida por el encuentro de hoy con Natalie, cuyas palabras furiosas dichas en el estacionamiento todavía resonaban en sus oídos.
—Realmente no sabes cómo soy. La única razón por la que me contuve y me comporté como querías era porque pensaba que te amaba tanto. Estaba tratando de ser la persona que querías porque estaba agradecido por tu presencia en mi miserable vida. Y por eso todavía estoy siendo razonable contigo—solo por esos días en los que me consolaste en mis peores momentos.
—¿Por qué siempre dice que la consolé y que me debe la vida? —murmuró Iván para sí mismo, frunciendo el ceño.
Sus pensamientos se desviaron a un día de hace dos años cuando Natalie vino a verlo justo después de regresar de Ciudad Xyros.
Hace dos años...