Mientras tanto, en la oficina del grupo Ford.
Sephina estaba hirviendo de ira después de ver la rueda de prensa de Natalie.
—Esa desgraciada, se atreve a desafiarme abiertamente —escupió Sephina—. ¿Quiere ser una empresa líder? Puede seguir soñando.
—Pero madre, logró conseguir que una superestrella como Víctor Ried se ponga de su lado. ¿Cómo lo hizo? —preguntó Clara, aún sorprendida—. Con él en esa compañía, muchos otros actores podrían seguirla.
—No va a pasar —Sephina miró a su asistente—. Redacta un contrato lucrativo para Víctor Ried y envíamelo. Ofrécele lo que pida pero haz que firme con nuestra compañía.
La asistente asintió.
Justo en ese momento, le informaron que Ken estaba aquí para verla.
—Hazlo pasar —ordenó Sephina.
Ken entró en la lujosa oficina de Sephina, con el rostro lleno de preocupación.
—Presidente Ford, ¿vio lo que hizo la señorita Natalie? —indagó Ken.
Sephina murmuró.