—¿Quién es? —preguntó Sephina ásperamente. Escuchó atentamente, pero a medida que la persona al otro lado hablaba, sus cejas se fruncían de frustración. Después de una breve pausa, colgó enojada.
—¿Es alguien que conocemos? —preguntó Clara, su voz llena de curiosidad.
—No —frunció el ceño Sephina—. Aún no sabemos quién es. El dinero fue transferido desde una cuenta internacional y está altamente asegurado. Nadie puede obtener ninguna información sobre ella.
—¿Qué? —exclamó Clara, su rostro una mezcla de shock e incredulidad.
Sephina asintió sombríamente. —Solo las personas u organizaciones más ricas y poderosas usan cuentas con ese nivel de seguridad. Hay muy pocas en todo el mundo.
—Eso significa que este hombre es realmente poderoso —Clara inhaló sorprendida, con los ojos muy abiertos—. No es de extrañar que haya aumentado la apuesta de mil millones a dos mil millones como si fuera cambio de bolsillo.